Madre soy y el que me ayudo en tan noble acto desde
principio me abandonó en responsabilidad, aun así anda acusando que le
quité lo que con dolor y sangre le regalé, lo que nunca mimó, ni cuidó, como no
alimentara mi amor, ese que él nunca sintió…
Ni abrigo para sus cuerpos, calzado para sus pies, alimento
para sus estómagos, ni mucho menos aliento para sus almas… y no bastándole con
eso los amenaza con quitarles la persona que si se preocupa de que no le falten
abrigo, ni alimento, ni amor…
Si no los cuidaba antes, si llegaba gritando y todo le
molestaba (especialmente sus ruidos), si se acostaba y no les daba tiempo
¿qué perdió que tuviera? Nunca los tuvo porque nunca los cuidó,
lo que perdió fue una mujer esclava a la que ya no tendrá más. Escapé de sus garras pero aún sigue asechando con lo único que puede y que más me duele.
Y hoy acusa con gran dolor mostrando su corazón tatuado con
el nombre de las criaturas que nacieron de mi corazón, de mis entrañas y a las
que él puso en un corazón dibujado por carencia de uno propio…
El amor no se cansa de brotar pero cuando cae en abismo y
olvido busca otro surco donde correr aun cuando eso sea condenación a no llegar
a desembocar y sucumbir secándose en el intento.
Mi hija e hijo no tienen padre aun teniendo procreador, y
esta sociedad que quiere impone a la mujer el más noble de los actos también lo
hace del mayor de los sacrificios, condenar su libertad por cuidar de sus
frutos dando a esos menesteres ningún valor pues son cosas de la naturaleza que
la mujer sea cuidadora y madre amorosa y sacrificada… ¿y el hombre? La misma
capacidad de amor, la misma capacidad de cuidado y sacrificio, ¿o acaso el
sacrificio sólo es una cualidad de las personas esclavas?...