martes, 19 de enero de 2010

Una caricia.



     Una caricia, piel contra piel, roce que hiela o enciende la libido. De lo más inocente a lo más íntimo. Del principio que promete, al final que culmina. Una caricia. Tan insignificante. Tan ruin a veces, tan magnífica siempre...
     Me llega al alma, me desarma...y sucumbo muriendo en tus manos...para revivir al filo de las mías. Se van y gozan al tocar sin encontrar límites ni temor. Y se juntan justo en la frontera donde no existe el dolor, solo el placer, la complicidad...dar un paso más es adentrarse en lo prohibido, donde no llegar significa permanecer y traspasar perder. Mas no hay temor, ni pena, ni culpa...solo caricias.