viernes, 22 de febrero de 2013

¡Ay amor!, si supieras
que grande es mi soledad,
cuando su frío siento
inmenso es mi pesar.

Ay amor, si supieras
cuanto miedo siento,
al amar esta quimera
sin certeza, mi tormento.

Ay amor, si tú supieras
cuantas caricias guardo
impacientes, pero serenas
¿quizás también las esperas?

Este amor muere cada noche,
al amanecer se regenera,
cada día lo intento matar
y cada noche él regresa.

Como lo que no mata
hace a su vez más fuerte,
cada vez menos fuerzas me quedan
para luchar a este combatiente.


4 comentarios:

Merlohe dijo...

Dificil combatiente amiga, pues como dice Santa Teresa: ....Todo pasa, nada queda sólo Dios basta.
Pero como dice San Juan de la Cruz: ....adonde te escondiste amado?.. Hasta llegar a volver a ver el rostro del amor es una espera interminable. Sólo las huellas que detectamos cada día de su presencia hacen posible seguir esperando.
Sigamos pues amiga en la espera activa "tras las huellas del amor" construyendo nuevas "topías".
Mercedes

Merlohe dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Merlohe dijo...

Como bien dices "Vuelo Libre":
... sí, hagamos topías y sabedoras que aún cuando sigamos las huellas del amor, también nosotras vamos dejando un rastro fuerte y claro, generando a nuestra vez una huella de amor y de esas esperanzas realizables que iremos creando en nuestro caminar.

Totalmente de acuerdo. Un beso

MEVAR dijo...

Gracias Merlohe, aunque se empeñen en frenar mi caminar, volveré pronto a caminar junto a vosotras (si es que lo he dejado de hacer en algún momento...).
Besos