Si, es cierto, nos perdemos si no podemos mirar así, si perdemos la ilusión por las pequeñas cosas y por las grandes.
Esta entrada de año la pase en casa de mi madre, vive en una décima planta y tiene unas vistas buenísimas, estaba deseando que terminaran las campanadas para salir al balcón. Hacía tiempo que no me entusiasmaba por algo, pero tenía un pellizco por dentro...allí estábamos mirando hacia ese horizonte colmado de color, donde quiera aparecían uno tras otro sin parar, mi hijo que tiene ahora cuatro años nunca había visto nada parecido y con esa mirada inconfundible del que se maravilla me decía: -mira mamá es...es precioso. Escuchar de un niño eso para mí es música. Y allí estuvimos disfrutando del momento, reconozco que poco a poco me fui quedando sola...y aunque se iba formando una niebla consecuencia de tanta explosión disfruté de ellos como hacía que no disfrutaba por nada. Desee que lloviera para que limpiara y llovió....