domingo, 3 de mayo de 2015

Soy madre...

Madre soy y el que me ayudo en tan noble acto desde principio me abandonó en responsabilidad, aun así anda acusando que le quité lo que con dolor y sangre le regalé, lo que nunca mimó, ni cuidó, como no alimentara mi amor, ese que él nunca sintió…
Ni abrigo para sus cuerpos, calzado para sus pies, alimento para sus estómagos, ni mucho menos aliento para sus almas… y no bastándole con eso los amenaza con quitarles la persona que si se preocupa de que no le falten abrigo, ni alimento, ni amor…
Si no los cuidaba antes, si llegaba gritando y todo le molestaba (especialmente sus ruidos), si se acostaba y no les daba tiempo ¿qué perdió que tuviera? Nunca los tuvo porque nunca los cuidó, lo que perdió fue una mujer esclava a la que ya no tendrá más.  Escapé de sus garras pero aún sigue asechando con lo único que puede y que más me duele.
Y hoy acusa con gran dolor mostrando su corazón tatuado con el nombre de las criaturas que nacieron de mi corazón, de mis entrañas y a las que él puso en un corazón dibujado por carencia de uno propio…
El amor no se cansa de brotar pero cuando cae en abismo y olvido busca otro surco donde correr aun cuando eso sea condenación a no llegar a desembocar y sucumbir secándose en el intento.

Mi hija e hijo no tienen padre aun teniendo procreador, y esta sociedad que quiere impone a la mujer el más noble de los actos también lo hace del mayor de los sacrificios, condenar su libertad por cuidar de sus frutos dando a esos menesteres ningún valor pues son cosas de la naturaleza que la mujer sea cuidadora y madre amorosa y sacrificada… ¿y el hombre? La misma capacidad de amor, la misma capacidad de cuidado y sacrificio, ¿o acaso el sacrificio sólo es una cualidad de las personas esclavas?... 

No hay comentarios: